"Razones Vagas" El Blog de Gustavo Amadori

Te pido permiso para desbrozar mi demencia y exponerla en el cruce de los caminos subterráneos donde el cielo la noche y la mañana son solo cosas que no han de mencionarse.---GUSTAVO AMADORI---

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Location: Chile

Friday, July 14, 2006

Demiurgo



1.
He mezclado tierra, arena y sudor para crearte
y así como las llamas no desperdician luz alguna
así serás siempre
y padecerás
y caerás al rincón más henchido de tu angustia
maldiciendo a cada uno de esos profetas
que en nombre de la poesía
te sedujeron en un camino sin jornales.


2.
Ríe.
Es tu infancia.
Es breve.
Luego tendrás pérdidas, dolor, agobios y miedo
y luego la adolescencia te traerá esa necesidad de ser maleable
jamás atendida por los ángeles núbiles
y vivificarás tu afecto en soledad, como rezando,
cantando el himno del esperma y del goce efímero y añorarás la libertad que conociste cuando no sabías que debías recordarla
porque luego jamás tendrías lo que habías sido
y ya sería tarde para tomar notas de lo que no reposaste en tu memoria.
Nadie recuerda los días felices y por eso quizás lo sean.


3.
No sabes, solo ignoras.
Preguntas para responder a lo que ignoras
y cada respuesta es en sí otra pregunta.
La sabiduría es entonces el abandono del vos curioso
del vos que gesticula entre grietas y caminos
buscando esa semilla con la que al fin liberar los dedos.


4.
Resuena a lo lejos una voz como el bronce pasado,
honda, oscura, replicante.
Detrás de la voz
un río de permanencias inmutables que te observan
ojos y ojos y más ojos observándote
leyéndote
diciendo tu nombre y atributos
catalogándote dentro de lo que no sos y no deseas.
Creerás que podés vencer.
Creerás que podés cambiar
entre otras cosas
los titulares matutinos, la noción de seguridad y algunos ritos
pero luego te darás cuenta del lo mismo que es siempre todo.
Entonces aprenderás a ejercitarte sin quitar jamás el sombrero de tu espalda
para poder de esa forma ocultar que no te has quebrado como un lirio
sino que simplemente te has doblado como un trozo de hierro
o un camino
y que toda tu longitud es un espacio ínfimo
un espacio que puede contenerse en una mano y cinco dedos
o en el talón de un zapato o un bolsillo.


5.
Los cuerpos tonsurados y brillantes elevaron su diestra brindando por vos.
¡Oh! ¡Salve nuevo dios efímero! ¡Concédenos la gracia de asombrarnos!
Estaba en tu lugar y corazón el creer en los cánticos y en las copas
pero, tontamente, bebiste de todas ellas y apretaste cada palma
y supusiste que ya el cielo y la tierra habían comenzado a iniciarse.
¿Cuánto tiempo tardaste en descubrir que las estrellas no eran las mismas?
¿Cuánto en ver que los árboles carecían de ojos y de bocas y que sin embargo
hablaban y palmeteaban alborozados como poseídos de una fiebre vegetal,
de una inteligencia mágicamente idéntica a tu ignorancia?
Seguramente pensaste que todos creían en lo mismo cuando en verdad solo estaban dejando que creyeras y solo en el momento del cenit recogieron el césped y los cántaros
y secaron cada uno de los pozos y te dejaron ver que detrás de lo que pensabas
¿podemos decir eterno? había un sencillo y breve permutante que,
lógicamente, ora te señalaba a vos, ora le señalaba a otro.
Fue entonces que descolgaste los mosaicos y rompiste las antenas
y apagaste uno a uno los catálogos que decían tu nombre y dejaste de creer
en cada uno de los cuerpos que apelaban tu pronóstico de infinito.
Y te diste cuenta de que siempre fue soledad
esa soledad de estar sin uno mismo, de no poder siquiera
hablarse y contarse porque siempre habían estado esos otros,
esas brillantes calvas aceitadas que repetían devotamente
que habías llegado para salvarlos.
Pero vos eras solo la muerte, tu muerte, no alcanzabas para ser la de ellos
así que invocaste tu solo poder y eliminaste tu recuerdo de sus vínculos,
de sus agendas, de sus listas de mártires y contratos
y luego miraste las llagas sin curar en el pliegue de tu brazo
adonde la costra y la sangre dicen todo menos ternura
o afectoo fortaleza
y te diste cuenta de que los dioses nuevos son hombres solos
y que los hombres solos apenas si se matan de a un poco por vez y nunca lo suficiente
y que se agotan cuadro a cuadrocomo una película de imágenes fijas sin in memorian en los créditos.


Gustavo A.

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